7 de julio de 2012

Prisionero 119.104 de Auschwitz. El hombre que encontró sentido

Auschwitz. La noche de Navidad de 1944. A 30 grados bajo cero, sin calefacción, descalzos, en la oscura antesala de la muerte, un puñado de despojos humanos se apiña en un extremo del barracón para escuchar las palabras del prisionero número 119.104. "Pensadlo: estamos ante el desafío de sobrevivir. Podemos hacer una de estas dos cosas: convertir esta experiencia en una victoria o limitarnos a vegetar, dejando de ser personas. Incluso aquí debemos subsistir al cobijo de la esperanza en el futuro; no importa que no esperemos nada de la vida, lo que verdaderamente importa es lo que la vida espera de nosotros. No hay que avergonzarse de nuestras lágrimas, porque demuestran nuestro valor para encararnos con el sufrimiento. Si conoces el porqué de tu existencia, entonces serás capaz de soportar cualquier sufrimiento".
Y aún añadió: "La desesperanza puede ser explicada en términos de una ecuación matemática: D = S - P, Sufrimiento sin Propósito. En el momento en que ves un sentido en tu sufrimiento, puedes moldearlo en un logro; puedes convertir la tragedia en un triunfo personal, pero debes saber para qué. Si las personas no pueden encontrar ningún sentido en absoluto a sus vidas, tal ven tengan algo con lo que vivir, pero no tendrán nada por lo que vivir". 
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