27 de abril de 2012

«Puse el autobús a 80 y me salté todas las paradas»

«Cuando subió y me pidió un billete yo veía que no respiraba bien, pero pagó y pasó hacia atrás», empieza a relatar José Manuel Esteve. Pero la mujer no estaba bien. Y a la altura de la Cruz Cubierta, en la calle San Vicente, una pasajera se acercó a su cabina y le pidió que si podía correr un poco, que una mujer tenía «una hemorragia muy grande» y estaba perdiendo «mucha sangre». El conductor, de 43 años de edad y dos y medio de experiencia al volante de los coches rojos, no se lo pensó dos veces: anunció que no iba a hacer más paradas y enfiló hacia La Fe. El 64 dejó de ser un autobús de línea para convertirse en una bala roja. «Lo puse a 80 (km/h) y me salté todas las paradas», cuenta con cierto miedo antes de animarse y añadir: «Y también cayeron unos cuantos semáforos en rojo...». Todo estaba justificado. La pasajera que le iba informando le anunció que o se daba prisa «o no llegaba».

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